domingo, diciembre 04, 2005

Sin Titulo

A las mujeres Tlapanecas

I

No busques, Donata,
alivio en las plegarias de un fraile,
ni beses su cricifijo
ni pidas clemencia,
tu dolor es el nectar que Dios bebe
- reina del hambre -
y son sus gotas las que riegan la tristeza
cotidiana de los dias.

Cierra los ojos, Donata,
cierralos,
y estrella contra los dientes tu abandono.
En el fondo del tejaban
incendia las palabras
y con tus hojas muertas sepulta
ese pan jamas comido
y no reces Donata,
no reces,
que es en vano la misericordia
cuando la yugular
se encuentra en la punta de la espada.

jueves, noviembre 10, 2005

Cuentos del Vagon: Primera entrega

--- ¡Estoy hasta la madre de tanta carencia!
--- No dirás ahora que no te lo advertí, tú fuiste la que decidió llegar a este departamento, algo me decía que nos iría muy mal...
--- ¡Ay, ya cállate! Pensé que como ésta era nueva, pues...
--- ¿Cómo fuiste a creer eso si la pobre la hace de escritora? y, esos, la verdad no ganan lo suficiente, ya lo estas viendo. No cabe duda, eres una ilusa.
--- ¡Qué te calles, te digo!
--- ¿No dejó nada en esas cazuelas?
--- Naditita... la muy envidiosa...
--- Todo se lo comió, claro, ya si no.
--- Y todavía nos amenaza... egoísta.
--- Sonó muy molesta...
--- Claro, solamente a ti se te ocurre salir a recibirla.
--- ¡Ay, pues quería ver si traía algo de comer!
--- ¿Y traía algo?
--- Sólo un litro de leche y... creo que un pan...
--- ¡Ay, no! ¡Juro que jamás le haré a la literata!
--- Pero si ni sabes leer...
--- Pero mira, qué necia eres, ¡cállate!
--- Bueno, yo decía...
--- ¿Y ahora qué vamos a hacer?
--- Pues la mera verdad, no sé. Esta quincena también va a estar cabrón comer algo, con eso de que llegó un cuentón de teléfono...
--- Solamente a ella se le ocurre hablar como loca a Monterrey.
--- ¡Cómo eres! Allá está su changuito...
--- ¿Su qué?
--- Su changuito, su novio... su puchus como ella le dice.
--- ¡Aparte de envidiosa, cursi la muy desgraciada!
--- Bueno, bueno, ya ¿qué vamos a hacer? ¿nos cambiamos de depa?
--- ¿Y darle gusto a esta canija? ¡Ni madres!, aquí nos quedamos...
--- Pero Camelia, nos moriremos de hambre.
--- Ya veremos cómo le hacemos, algo traerá de comer una de estas noches...
--- Hasta crees, ya está acostumbrada a no comer...
--- Ja ja ja
--- ¿De qué te ríes, Camelia?
--- Bueno, si no la hace como escritora, ya la veremos en el metro haciéndola de faquir...
--- ¡Cómo eres! Si se ve que es buena gente...
--- ¡Es una envidiosa! Mira que no compartir el sustento... no tiene perdón de Dios...
--- Mira Camelia, la vecina del tres es cantante y le va mejor, vámonos para allá, aquí nos moriremos...
--- ¿Escuchaste eso?
--- ¿Qué?
--- ¡Shit!, escucha...
--- Ay, no…
--- ¡En la madre, es ella! ¡Corre, corre!
--- Pero Camelia, no me has respondido...
--- Pinche Adela, córrele que ahora sí nos mata.
--- ¡Te digo que nos cambiemos al tres! Aquí si no morimos de hambre, moriremos aplastadas o asfixiadas...
--- ¿Asfixiadas?
--- Sí, por lo del “flit”...
--- Ja ja ja, si esta pobre no tiene para comer, va a tener para comprar flit... Anda, deja de hablar y corre, ya la veo en la sala...
--- Ya prendió la luz, ¿ves algo de comer?
--- ¡Ni madres, Adela! Ahora ni el litro de leche...
--- ¡Corre, corre! Ya nos vio...
--- ¿Por dónde nos vamos?
--- Por la estufa, Camelia, por la estufa. Ya ves que cada que nos metemos por ahí, sólo se queda amenazando y con el periódico en la mano...
--- ¡Pues córrele!
--- ¿Nos cambiaremos al tres?
--- ¡Y dale! Ya veremos mañana, subiré a echar un vistazo...
--- Ojalá te decidas pronto, porque si no, me iré yo sola...
--- ¡Ay, ya callate! ¡Estoy hasta la madre de ti y de tanta carencia!

martes, octubre 11, 2005

Sin Titulo

Dame de beber tus lágrimas
María de Magdala,
muéstrame en cuál de tus gotas
permanece
derramado
mi
corazón.

jueves, octubre 06, 2005

Marionetas

A Ricardo Garza
A su inexplicable partida


Al atardecer,
alguien corta los hilos
que hacen colgar a los pájaros del cielo
y con espinas enumera las palabras
que se escucharon durante el dìa;
con esos mismos hilos
alguien ata nuestros huesos,
ya cansados se dejan hacer,
se dejan pintar la noche
y adormecidos contemplan la fina danza
de las sombras,
exquisito desangrar de la luz
sobre el asfalto.

Y la tarde ya no es tarde
sólo noche,
ese lado oscuro en el rostro de Dios
poblado de soles pequeños a punto
de extinguirse.

Ya en lo alto
- desde los hilos -
uno ve pasar la vida como el humo del cigarro,
uno intenta contenerla
pero el viento bien hace su trabajo
y la vida se va,
se marcha a través de ventanales
y rendijas,
se llena de soledad el rostro
porque ciertamente
solos nos vamos quedando,
solos y marchitos
como las margaritas en el invierno
- solos -
con los versos hechos nudo
en la cabeza,
con la certeza de ser aún jóvenes
aunque esto sea falso.

Y la muerte nos fuma lento,
despacio,
hasta ese momento,
ese minúsculo momento
en que ya no vemos a los pájaros
colgar del cielo

Verdaderamente... Algo del maestro Efrain Huerta

...
" En verdad,
en verdad no nos alcanza el sentimiento
para gritar debidamente en contra del recuerdo".

viernes, julio 15, 2005

Sin título

A Isabel Fraire

Las horas
repetir la lentitud
de las horas
y beber sublime
el cáliz de las horas
repetirme y beber lenta hasta ahogarme
en ese cáliz de las horas
y a su paso descubrir en mí
el cáliz de las horas
y con un rosario de lunes y sábados
rezar por la vida eterna
de las horas
mientras preparo mi sepulcro
y observo cómo en mi rostro escarban
las horas.

sábado, mayo 28, 2005

Ábreme

Ábreme tierra la entraña de la noche,
muéstrame sus dientes de loba
y extrae de ellos el ombligo de Dios Padre,
trepa cauta sus pupilas
y permite a la memoria de los hombres
danzar de puntas sobre el comal
de tus múltiples apariencias.

Ábreme tierra por dentro
y libera el canto del mar
y el murmullo de la pradera,
deja escapar, te pido,
a los viejos por las columnas del recuerdo,
abre a ellos tus paredes color sepia
y permite se fundan en tu esencia
sin que habiten el vacío.

Ábreme tiempo la memoria
y arráncame este miedo.
Habítame de palabras
de altares sin veladoras
de silbidos de tren al caer la tarde.

Ábreme, tierra, ábreme,
bebe de mí la sangre de las horas

el espacio del minuto
y la eterna resurrección de los segundos.

Ténsame, tiempo y ábreme,
déjame salir de esta fotografía
para que mi ciudad envejezca.


De Tanta Memoria, Fondo Editorial Tierra Adentro (CONACULTA), No. 245.

viernes, mayo 20, 2005

Sin Título

Llueve.

Ordeno mis restos en medio de la noche,
me reconstruyo:
el dolor al fondo de la pupila
en el pecho la angustia
y en la memoria los muertos bailan y se burlan
de esas historias no contadas
de metáforas que no lograron cubrir las apariencias.

Ruina del día, la noche,
en ella se gesta la luz y se reconstruyen
los amaneceres que se repiten y repiten
y anuncian los perros a las cinco de la mañana,
cómplices de amantes furtivos
y de los abandonados que buscan entre calles
alguna razón para seguir ordenando sus restos.

Llueve.

Cierro los ojos
para que el dolor no hable.

viernes, mayo 06, 2005

Inevitable

Cigarro tras cigarro
los días y las noches,
los párpados cerrados
abiertos
y de nuevo cerrados

y por dentro esa llama
y ese guiñapo revienta el pecho
y se llena de tinta las manos
para transformar en rumor las voces

porque con un rumor
con un susurro
la noche anuncia al día que su tiempo ha terminado

entonces el guiñapo fuma
y busca con el humo tejer un hilo
que le garantice el retorno
y fuma
y detrás del humo
los párpados cerrados
y de nuevo abiertos,

porque se busca contener al mundo
en las cuencas de los ojos,
- triste espacio destinado a quedar vacío -

porque como el humo los días se van
lanzándolo inexorablemente
hacia la noche.

domingo, abril 10, 2005

Silencio de Luz

Mi madre nunca dijo
que pronto llega el atardecer cuando se le ignora,
simplemente dejó de hablar,
se llenaron de luna sus ojos
y brotó de su pecho un enjambre de sombras.

Sombra, silencio de luz,
pausa en la mirada del tiempo,
mutis en el escenario que se reconstruye
día con día,
calle que nos ve pasar a la ceniza de la tarde
al luto de la noche
y de nuevo al alba

navaja de luz en la yugular que late resignada
en las pupilas que se abren
y buscan devorarlo todo

- todo –

porque saben que cerrándose no habrá marcha atrás,
sólo ese silencio de luz por los cuatro costados
y el triste recuerdo
de que siempre fuimos cadáveres vivientes.

viernes, marzo 25, 2005

Círculo

Este andar solitario me agobia,
tanto camino para llegar al mismo sitio
tanto cargar los años abruma.


Pies y manos en el hilo de la vida.
Lacerados escriben en este madero
que me sostiene,
imperfectos, diminutos,
buscan ocultarme en las llagas del tiempo
y dibujarme un rostro para cada día

pero sólo descubro mis huellas en el polvo

lo que fue y no es,
eso que zurce el corazón a las tardes
y lo obliga a partir en el tren de las seis,
siempre en círculo
siempre al mismo sitio.

Este andar solitario me agobia.

Este madero,
al final del hilo,
terminará por rasgar la noche.

A Graciela González

a propósito de
" Entornos"
Mixta/papel/panel de madera

martes, marzo 08, 2005

Descubrimiento

Domingo 6 de marzo, 12:30 del día, sobre la carretera nacional:

Juan Pablo: ¿Qué dice?
Sonia: Es un negocio nuevo... "Mundo de a deveras"...
Dolores Castro: ¡Uy, qué miedo!

viernes, febrero 04, 2005

Durante una noche de insomnio - entre libros y el televisor -

"Porque Dios creó el trasero y no dijo: ¡Hey muchachos, es un buen trabajo, vayamos a casa!, él dijo: ¡Observad ángeles, he creado el trasero y por los siglos de los siglos hombres y mujeres lo tocarán y gritarán mi nombre!".
Coupling
People + Arts

viernes, enero 28, 2005

Del tiempo y otros temores

Hoy he visto a mi padre, lo encontré cansado, deprimido y enfermo... El tiempo se lo está comiendo lentamente y yo estoy repleta de furia e impotencia por ello. Perdón por utilizar este blog para hablar de algo tan personal, tan amargo; por confesar el temor que tengo de perderlo, pero es que no tengo otra manera de sacarme este hueso que me ahoga desde hoy por la mañana, incluso hasta lo descubrí más pequeñito ¿en dónde aquel Teniente que cruzaba el llano cuando regresaba del campo militar? ¿en qué capítulo de la historia, mi historia, se quedó, tan callado y tan quieto? Extraña su sax-barítono y su trabajo en la Banda del Municipio de Monterrey, extraña el movimiento, el ir y venir sin que el cansancio lo obligue a detenerse para tomar aire... se lo está comiendo el tiempo y nada puedo hacer para evitarlo. Extraña su música y a sus alumnos de la secu; y yo lo extraño a él, como antes, fuerte, con su mirada limpia y sin cansancios... Perdón, perdón por hablar en este blog de algo tan personal y tan amargo; pero hoy por la mañana he visto a mi viejo y es hora que no puedo escupir este pedazo de corazón que me asfixia.

domingo, enero 23, 2005

Crónica del Barrio

1:30 am... hace frío, mucho frío. Dicen que después de la tormenta viene la calma, eso no aplica aquí en el Barrio Antiguo, no, para nada, menos un sábado a la 1:30 de la mañana; no importa el frío, el aguacero o que el clásico de fut haya quedado empatado a un gol, nada parece importar a las chavas que pasan con sus minis y con la pechuga casi al aire (insisto, hace mucho frío), abrazadas entre sí en franco apoyo para no caer al suelo, perdidas por la peda. Gritos, pláticas en voz alta por Matamoros, chavos que pasan corriendo porque ya se hizo tarde para llegar al siguiente antro, autos, autos y más autos, la música del Antrópolis a todo lo que da, una chava que ya le dio un llegue al carro de atrás y los gritos de Juan Pablo avisando del trancazo, el oficial de tránsito y su silbato desesperado, intentando detener a más de uno (no ha llegado a la meta de los mil) y un par de policias acaba de detener a una pareja en la esquina de Mina por andarse golpeando en la vía pública... momento... una pareja que se golpea en la vía pública, no debería de extrañarnos en estos tiempos, a esta hora y con unas chelas encima - ¿qué no tienen frío esos que cantan en el Antrópolis? - más café, más cigarro y la pareja discute con los oficiales
--- Está segura de lo que va a hacer
--- Este cabrón no tiene porque pegarme
--- Pero usted también tiene que ir a la demarcación...
--- No puedo ir, tengo que llegar a mi casa
--- Ella empezó
--- Usted se calla
y yo en la puerta del café, aquí, en este umbral casi a oscuras, hace frío, después de llover siempre hace más frío
--- "Sé que es tarde ya, para pedir perdón, es muy tarde ya y lo siento, termina nuestro amor. Si ya nada funciona contigo y el intento no va más allá...", gritan los chavos en el Antrópolis y la pareja sigue discutiendo con los policías
--- Tengo que irme a mi casa ya
--- Tiene que ir a poner la denuncia, mire, es mejor que vaya, esto puede llegar a más
--- Quítenme estas chingaderas, ella empezó
--- Usted se calla
y los del sindicato único de trabajadores de la franela observando la escena (léase en pleno chisme), mueven el brazo automáticamente sin quitar los ojos de la pareja... a sí, decía, que en estos tiempos no debe extrañarnos el que una pareja se acomode sus chingadazos en plena vía pública; últimamente se nos ha permitido fomentar el circo urbano, la discusión y los madrazos a la vista de todos, es como una especie de catársis para aquellos que observan los hechos, los problemas personales se aminoran, el morbo se alimenta y se incita a la polémica por saber quién tuvo o tiene la culpa de haber comenzado la discusión. El observar los actos de violencia y de crueldad sirven, a quienes no participan en ellos, para descargar las desgracias personales con el simple hecho de presenciarlas, ha dicho algún estudioso, la crueldad y la violencia son el pan nuestro de cada día. Al menos aquí en el Barrio Antiguo, los fines de semana se ve de todo y se escucha de más, quienes vivimos aquí nos hemos acostumbrado a todas esas cosas y, la mera verdad, el Barrio es otro los fines de semana, es como una gran fiesta familiar.
Ha llegado por fin la patrulla, se sube la pareja y el sindicato único de trabajadores de la franela siguen su chamba. El circo terminó y uno debe seguir inmerso en su rutina. ¿Qué no tienen frío los que siguen cantando en el Antrópolis?ç

sábado, enero 22, 2005

Sin Título

Para Armando y Gaby
Gabriela habla y habla. Desde hace un buen rato dejé de prestar atención a lo que me platica. Lo último que alcancé a escuchar fue que la vecina del siete se encuentra preocupada porque su hija no llegó a dormir a casa. No me interesa en absoluto enterarme de los problemas de los demás, bastante tengo con buscar una salida para los míos. Intento gozar del lento transcurrir de las horas en esta que hemos llamado nuestra plaza, sentir cómo la vida busca sonreírnos a pesar de los contratiempos y la rutina.
Este folleto que ilustra y promueve un sin fin de estilos y marcas de relojes fue lo que me orilló a distraer mi atención de la plática de Gabriela. ¿Por qué nos empeñamos en inventarle al tiempo toda una gama de rostros? No logro entenderlo. El tiempo no se preocupa siquiera por mostrarse hermoso ante los hombres, él solamente corre y corre, fluye sin tomarnos en cuenta y si un rostro posee, es el de cuerpos agrietados y marchitos a causa de su paso: sus ojos son nuestros ojos que secan lentamente el cansancio y el contemplar tantas cosas en esta vida. Tal vez el tiempo tropieza con alguna de las arrugas que se dibujan en el montón de rostros de este mundo y, por cada caída que sufre encima de nosotros, nos condena en venganza a un día menos de existencia. Pienso que por eso los hombres se preocupan en diseñarle un rostro pues, de esta manera, el tiempo tendrá uno propio y, quizá, se olvide de hurtar la lozanía de caras y cuerpos; de apropiarse de las voces para enronquecerlas y, con ello, se olvide de destinarnos a envejecer.
¿De qué color será el tiempo: negro, blanco? No lo imagino siquiera. El tiempo es igual para blancos y negros, para gordos y flacos, para cuerdos y locos; a todos nos persigue y, cuando nos alcanza, nos manosea tan bruscamente hasta convertirnos en pequeñas pasas vivientes.
El contemplar esta variedad de rostros que el hombre se empeña en delinearle al tiempo (aunque todos sean exactamente iguales) me ha hecho recordar lo que el tío Carlos hacía hasta hace poco. Su trabajo le exigía viajar por varios Estados de la República y, en consecuencia, casi nunca estaba en casa. Esto no era problema, pues la tía no ponía resistencia alguna, ya si no, cómo podía exigirle estar con ella, aquí en el pueblo, si ni siquiera estaban casados. En cierta forma el tío era libre de hacer lo que le viniera en gana; y aunque la tía Lilián le sabía sus movidas, no le reclamaba nada pues, como dicen, "ojos que no ven, corazón que no siente".
Pero regresemos a las manías que al tío apasionaban. Es de sobra mencionar que cuando uno viaja solo, aparecen un sin fin de personas en nuestro camino. El tío tenía una suerte bruta con las mujeres y tal vez confiado en ello llegó a cumplir cabalmente, y al pie de la letra, ese refrán que los marineros pregonan.
Para sellar un nuevo “pacto de amor" con alguna de sus aventuras (porque, decía, eran sólo eso y nada más), intercambiaba un reloj de buena marca y excelente estilo que procuraba traer siempre consigo (y que les hacía creer había comprado antes de salir de viaje), por el que la recién conocida poseía. Lo que no sabía cada nueva aventura del tío, era que el reloj que recibía, pertenecía a la mujer que éste tenía en otro de los Estados que visitaba con frecuencia.
Al principio no entendía el por qué de esta manía del tío Carlos, incluso, cuando arrogante me confiaba sus triunfos sentimentales llegué a tacharlo de cruel, pues me preguntaba cómo reaccionarían esas mujeres si se llegaban a enterar de que sus relojes (que creían acompañaban al tío por siempre y en cierta forma lo obligaban a recordarlas) eran intercambiados de la misma manera por otros en otras ciudades inscritas en su gran harem. Conociendo a las mujeres es fácil averiguarlo: Se hubiesen sentido traicionadas, heridas y burladas por el tío y, por qué no, con un enorme deseo de ponerlo en su lugar.
Todo este teatro le funcionó muy bien hasta que, no sé si dentro de sus cabales o en algún trance de verdadero amor, se le ocurrió intercambiar el reloj de la tía. Cuando regresó a casa de aquel viaje a Tuxtla, la tía le preguntó si, de pura casualidad, no había visto su reloj. El tío, algo nervioso, no supo qué responder y guardó silencio por varios minutos moviendo la cabeza en sentido de negación. En ese entonces yo vivía con ellos pues mi padre estaba fuera de la ciudad, también por cuestiones de trabajo.
--- ¡En la madre Armando! Algo me dice que la regué toditita --- Lógico es que el tío estaba que se lo cargaba, pues el reloj se había quedado en Tuxtla con una de sus viejas.
--- ¿Por qué, tío? --- Pregunté fingiendo no recordar su costumbre de regalar lo que, a decir verdad, no era digno de poseer--- ¿A poco sabes dónde está el reloj de la tía? --- y sin ganas proseguí con la mirada clavada en papeles y cotizaciones que elaboraba para la empresa en la que en ese tiempo trabajaba.
--- ¡Mmm, que si sé! Se me ocurrió intercambiarlo en Chiapas cuando fui a lo de la auditoría --- Cuando confesó esto, abrió lo más que pudo sus ojos y caminó de un extremo a otro, semejante a un león que de repente se sabe acorralado y a la vez perdido.
--- ¡Ahora sí la hiciste buena! Mira que regalar el reloj de la tía...--- Forzado a ello, tuve que levantar la vista y seguirle en su afán por cavar un pozo en línea recta a lo largo de la sala. En voz baja, cuidando que la tía no lo escuchara, continuó confesándome su torpeza.
--- Es que se me olvidó el reloj de la de Guerrero. No pude llevarme el mío porque se le había caído el perno y me llevé el de tu tía --- Para entonces la tía echaba madres en la recámara mientras buscaba el reloj hasta debajo de la cama. Aventaba todo y culpaba a mi prima Andrea de habérselo llevado al colegio y haberlo perdido. Andrea alegaba a gritos que eso no era cierto y se defendía de las acusaciones.
--- ¿Y qué vas a hacer ahora? La tía no descansará hasta encontrar ese reloj, recuerda que siente por él un chingo de cariño pues fue un regalo del abuelo --- Vaya, hasta yo me molesté por lo que el tío Carlos había hecho. Nomás de imaginar que la tía descubriera o sospechara el paradero de su reloj...
--- ¿Sabes qué? Mañana mismo, muy temprano, me voy a buscar a esta vieja pa que me devuelva el reloj y le regalo otro --- Recuerdo bien que cuando mencionó esto último, revisaba su cartera para ver cuánto traía para el pasaje. Como era viaje personal, el despacho no cubriría los gastos y no sabía qué excusa inventar para ausentarse e ir en busca del mentado reloj.
--- ¿A Tuxtla? ¿Vas a ir de nuevo a Chiapas? --- Creo que adrede levanté un poco la voz y, en el acto, el tío chistó molesto haciéndome la seña de que no hablara tan fuerte.
--- No Armando, esta niña no vive en Chiapas, parece que es del norte...
--- ¿Cómo que parece? ¿No sabes ni dónde vive?
--- ¡No jodas! Es de Chihuahua...
De nuevo interrumpí levantando la voz:
--- ¿Vas a ir a Chihuahua? Conociste a una mujer de Chihuahua en Chiapas --- Una carcajada traicionó mi seriedad--- ¿Y por lo menos sabes dónde vive?
--- Sí. Acostumbro pedirles teléfono y dirección pa cuando me envíen del despacho a trabajar a su ciudad. --- Frotando su rostro y rascándose una y otra vez la cabeza, añadió decidido--- Mañana mismo me voy pa Chihuahua. No se te vaya a ocurrir decirle a tu tía a qué diablos voy. Le voy a decir que de repente y sin avisar, uno de los supervisores me envió hasta allá...
--- Pero Chihuahua no pertenece a tu zona...
--- Ya sabré que inventar. Deja voy a preparar la maleta y ya sabes, pico de cera y ¡ay de ti con que me eches de cabeza!
El tío Carlos salió para Chihuahua la mañana siguiente. Ya estando allá llamó a la tía y ella, sorprendida, preguntó qué hacía en aquel lugar. La mentira ya estaba planeada y funcionó a la perfección, tan es así, que es fecha que el tío no regresa a casa y la tía, como ya dije, no tiene por qué ponerse exigente pues ni siquiera están casados. Pienso que tal vez no ha encontrado a la mujer a quien obsequió el reloj o, también, cabe la posibilidad de que se haya enamorado en realidad de esta niña, que prefirió quedarse con ella en ese extremo del mapa.
Debo confesar que desde entonces me quema la curiosidad por saber por qué el tío intercambiaba relojes con cada una de sus amantes. Creo saber la respuesta. El tiempo es un fantasma viviente tan real que adquiere forma en nosotros según transcurren los días. Él decidió guardar veinticuatro fragmentos de tiempo en el pulso de sus amantes (¿En cuántas amantes guardaría su tiempo?), acumular segundos y segundos hasta poseer (como cuando uno tiene una cuenta de ahorros en el banco) una buena cantidad de tiempo extra que solicitaría a cada una de sus mujeres llegado el momento. Pero ¿cómo hacerlos válidos? ¿Cómo retirar del banco del tiempo esa cuenta de ahorros? Vaya manía del tío. ¿Habrá conocido, con todos estos intercambios y entre la diversidad de estilos, formas y dimensiones que confiaba a sus amantes, el rostro del tiempo y su misterio? Eso no lo sé y tal vez nunca lo sepa. De lo que sí estoy bien seguro es de que, cuando Gabriela decida regalarme ese reloj que lleva consigo (Aún no logro convencerla de que me lo entregue) nunca voy a separarlo de mi pulso pues, aunque se niegue a aceptarlo, mis latidos siguen desde hace mucho el ritmo de los suyos. Éste es un juramento tal vez cursi. Pienso, sin embargo, es la única manera de lograr fundirme totalmente en su esencia; la única manera de habitar juntos el correr incansable del tiempo sin adelantarnos ni evaporarnos uno antes que el otro.

viernes, enero 07, 2005

Este tiempo... Triste memoria

"Si volvieran los dragones", plantea Sabina... Comparto con él ese deseo por resucitar el tiempo muerto, su plegaria por esos momentos que nunca regresarán, por aquellas generaciones de poetas, suicidas y locos que han vencido la barrera del tiempo.
El paso del tiempo sobre nosotros es como esos pellejitos que nacen detrás de las uñas, dolorosos en su crecimiento y, cuando se nos ocurre la grandiosa idea de arrancarlos, lo hacemos desde la raíz y el dolor viene acompañado, entonces, de sangre. Alguien dijo por ahí que los poetas escriben con sangre, frase cursi, trillada y fácil; ese tipo de afirmaciones van más con quienes escriben la historia, los políticos facistas y gobernantes sin escrúpulos, los asesinos de inocentes y de aquellos que reinventan la guerra.
Historia y Memoria, moneda de dos caras con las que el hombre se la rifa diariamente, pues escribir su historia es un ejercicio cotidiano y obligatorio que después - durante la madrugada, durante el traslado en el microbús, en una tarde con lluvia o, simplemente, pegado en algún cristal - reinventa con la memoria...
Tanta Memoria que cargamos como Cristo la cruz, Tanta Memoria pisoteando las neuronas, tantos recuerdos que sólo sirven para manosearnos la existencia y para "recordarnos" nuestra lamentable finitud.
..."Si volvieran los dragones"...¿seremos elegidos a vencer la barrera del tiempo?, por toda respuesta sólo puedo decir, dar tiempo al tiempo.