sábado, noviembre 07, 2009

Vida tan frágil, tan cínica...

La vida... ¿qué es la vida? Juro por Dios que ahora, de nuevo, me lo pregunto... Hace un año, también en noviembre, falleció mi maestro de periodismo: Manuel González Ceniceros. Aquel noviembre, visto ahora desde la lente que intenta mantenerlo vivo como un recuerdo que duele, que fragmenta, que señala la ausencia, fue devastador para mí porque Meme se había ido y yo no había podido despedirme de él... despedir... hay despedidas que se dan de tajo, así, sin decir agua va. Despedidas que, sabemos, ya no tienen retorno, despedidas para siempre... para siem pre... si em pre (aunque esté mal separado)

Siempre y despedida son palabras feas, palabras que se asocian de inmediato a la ausencia, a la condición de que, tal vez, jamás volveremos a ver a la persona de quien nos despedimos... Hay de ausencias a ausencias: las ausencias por un abandono que dicta que la persona sigue ahi, en algún lugar de la tierra, que respira, que vive... y hay ausencias que conllevan a la muerte, y estas ausencias son las más dolorosas, las más tristes: heridas que rasgan de tajo la piel y la dejan abierta por un buen rato...

Hoy, 6 de noviembre del 2009, después de estar bailando con Nene, Chato y Memo en una placita, aquí en el Centro Histórico del DF, después de entrar a la panadería para comprar pan y cenar, recibí la noticia de que mi gran amigo, camarada y maestro, Jorge Luis Espinosa, había fallecido. La noticia, en principio, llegó a mi cabeza y buscó una relación lógica con la realidad... a ver, a ver... cómo que qué, quién falleció? esa fue la pregunta que como protección lanzó mi cerebro, acto seguido sentí que me mareaba y busqué una silla, sí, ahí, a mitad de la panadería y comencé a llorar: el cerebro había entendido el mensaje y Jorge Luis había muerto...

Hay ausencias que nunca se llenan, ausencias que dejan marcada la vida, ausencias que duelen y que no se explican, ausencias que dejan de serlo el día que nos alcance la muerte y de nuevo veamos a quienes se fueron antes que nosotros. Sin duda, la muerte de Jorge Luis me quedará grabada por muchos años, tal vez por lo que me resta de vida, así como lo fue la muerte de Meme, la muerte de Jaime, la de mi maestra adorada Enriqueta y la de Ricardo y todas esas que se avecinan y de las cuales no quiero hablar...

Hoy, sin duda, fue un día lleno de contradicciones, de dolores, de despedidas y tristezas; un día en el que bailé con mis niños y con Memo (me encanta la sonrisa de Memo y su forma de mirar) pero también el día en que mi amigo del alma se fue para siempre, el día que supe se había venido a despedir de mí, y que yo lo fui a buscar el martes y no hallé en su oficina. La vida... la vida, las ausencias, las despedidas, el dolor y ... la muerte.

Para mi amigo entrañable mucha luz en su camino...

domingo, octubre 25, 2009

Presentación de Cuentos para entristecer al payaso en el DF


Les dejo la invitación para asistir a la presentación de los Cuentos para entristecer al payaso el próximo 29 de octubre, a las 19:00 horas en el Museo José Luis Cuevas. Habrá muchas sorpresas. Espero me puedan acompañar.

sábado, julio 25, 2009

La mirada: Ésta es la segunda llamada... segunda...

Compartimos aquí el primer cuento de los Cuentos para entristecer al payaso. Éste, que es mi primer libro de cuentos, se presenta el próximo 6 de agosto en Guadalajara (pido a Dios que nos envíe un milagro monetario para poder trasladarnos a dicha presentación, si algún mecenas caritativo, apoyador de la cultura, la literatura y el arte lee este blog, mucho le vamos a agradecer su apoyo para comprar los pasajes en autobús de estos Tres Mosqueteros, ja) y se presentará a las 20:15 horas en Finisterre Café Boutique. Espero nos puedan acompañar y ser padrinos del huerco. Para leer este primer cuento sólo coloquen el cursor sobre la portada, den click, sigan los señalamientos y podrán conocer a Gumaro y adentrarse en la oscuridad de su ser. Que sea de su agrado.

jueves, abril 30, 2009

Madredeus, Monterrey y Lefod

Para el chaparro y los 7 años compartidos

Muchas veces, cuando uno se asoma por la memoria y descubre que esos recuerdos que se pensaban sepultados en el tiempo se encuentran aún ahí, uno sólo cierra los ojos, contiene la respiración y por la cabeza suceden de nuevo esos momentos que lo llenaron a uno de plenitud, es como en esas películas en las que cada escena, cada aroma, cada movimiento representa un elemento crucial que, al final, se complementa perfectamente con la melodía que en ese momento se escucha y que es, además de los aromas, el único eslabón que nos permite regresar a ese instante.
Comparto con ustedes O Pastor de Madredeus, una canción que marcó significativamente un momento de mi vida en Monterrey, cuando aún tenía mi familia completa, el café Lefod en el Barrio Antiguo y Porthos (Samuel) y Aramis (Pablo) eran unos bebés que comenzaban el arduo camino de ser mis compañeros de batalla.
Escucho esta canción y me hace pensar en todo aquello que dejamos detrás, todo aquello a lo que añoramos regresar y que nos atormenta porque, sabemos y estamos conscientes, de que eso jamás sucederá, sólo de esa manera, cerrando los ojos y repasando en la memoria cada uno de los movimientos, espacios, aromas y rostros. No sé si la memoria sea una bendición o una maldición, lo único que sé ahorita, al escuchar de nuevo esta canción, es que de nuevo toman vida en mi cabeza Lefod y sus veladoras, Juan Pablo en la cocina preparando pedidos para nuestros clientes, mis hijos en la habitación de junto observando a sus padres trabajar y yo, a la entrada de esa cocina de la calle de Matamoros y Diego de Montemayor, observando cómo pasaba la vida.

miércoles, abril 15, 2009

10/10

Al pie de la cama
la súplica ensordece.
En vano gritar cuando la manzana
a punto de reventar se encuentra.
Entonces de nada sirve
arañar cada ángulo de una habitación
que empequeñece.

Lentamente aire soy,
voluta de humo
que sale disparada.

Todo es irreal
todo es ir
real
todo es ir
todo es real
todo
real
hasta este momento
en que el tiempo se agolpa
en la garganta
mientras los perros aguardan
mi tibio cadáver.

Todo es ir
gota a gota
por esta habitación
que empequeñece,

todo es irreal
todo – es –
en un cuerpo
que sobre mi cuerpo
ofrenda a la Muerte

todo es irreal
todo es ir
real, súplica, muerte, asfixia
y
madrugada y tiempo y grito
mudo
que lentamente
avanza
hacia ese límite,
piel delicada
de una cebolla
que en lágrima transforma la mirada
y la unta
en cada rincón
de esta habitación
que empequeñece.

domingo, febrero 22, 2009

Poemas inéditos

Debajo de la cama
los zapatos,
cómplices del andar cotidiano
de amores olvidados
y deseos reprimidos.

Debajo de la cama,
los recuerdos.

*****

Y de su costado izquierdo
mi corazón y la espada
que en dos lo parte.

*****


Basta el roce de la primer gota
en el concreto,
para que el cielo rompa en aplausos
por la conquista.

*****

Este mi par de oídos,
enjambres despiertos a media noche.

Es el silencio néctar
que beben,
es el sonido de mi cuerpo
el que los acompaña.

Detrás de mis párpados
las luciérnagas se agolpan
buscando la salida.