jueves, diciembre 14, 2006

Un poema de Francisco Hernández

El tiempo

El tiempo, eso que yo conozco como tiempo,
no se detiene en las fotografías.
Nada lo relaciona con áncoras
que nunca se desgastan,
incalculables campanadas o granos de arena.
Es ajeno a las migraciones de las aves,
el recorrido de los astros
o el nacimiento y muerte de los hombres.
El tiempo, eso que yo conozco como tiempo,
se mide con tu ausencia.

jueves, octubre 26, 2006

Del amor, del apendejamiento y otros saltos al vacío

Para quienes pierden el corazón en el caos del apendejamiento

El amor es un estado de apendejamiento y sí, voy a comenzar así, de tajo, me vale madre lo que piensen, lo que digan, porque estoy diciendo la verdad. Cuando uno se enamora pierde todo control sobre sí mismo. Damos demasiadas concesiones cuando nos encontramos apendejados... Es como darle al enemigo la daga con la que cortará la yugular llena de sangre estúpida, idiota, perdida en algo que nos empeñamos en llamar amor y que no es otra cosa más que apendejamiento, porque el espíritu, nuestro espíritu, el real, no se encuentra en sí, se encuentra divagando quién sabe dónde, y por más que uno lo invoca el muy cabrón se niega a presentarse de la forma en la que se encontraba hasta antes de conocer al cabrón o a la canija que nos lo robó. Entonces llegan las decaídas, las depresiones. Valoramos demasiado tarde lo que antes poseíamos y añoramos los viejos tiempos, esos en los que los camaradas nos ayudaban a salir del apendejamiento (léase enamoramiento), momentos en los que ellos daban los ánimos necesarios para sobreponerse y salir victorioso, siempre acompañados de las chelas, de borracheras interminables en las que uno desahogaba la pena causada por tal instante de estupidez.
Cuando a uno lo dejan de amar es como si lo arrojaran al camión de la basura. Somos iguales a esas bolsas de desperdicios que entregamos al güey que recoge nuestra basura... Y ahí vamos, exigiendo al olvido nos baje de la ruta que lleva ese pinche camión, invocando el nombre de cada uno de esos camaradas que se encuentran lejos y que en esos momentos son tan necesarios, y también escuchamos a los Héroes del Silencio que nos gritan “somos de la memoria que se va” y sí, nos vamos, pero directito a la chingada con todo y nuestros sentimientos, con el corazón echo bolita y la garganta convertida en un nudo de recuerdos que buscan gritar, gritar el dolor que nos agobia, el dolor que ya no podemos cargar y con el que no sabemos qué hacer. Y los recuerdos se agolpan, uno a uno. Nos rasgan lo poquito que nos queda de corazón y se lo tragan a sabiendas de que su palpitar nos es necesario... Pero eso ya no cuenta, el estado de apendejamiento en el que nos encontramos es tal que ya ni gritar podemos, sólo miramos a nuestro alrededor buscando algo que sabemos de antemano hemos perdido. Es como esas batallas que se luchan sabiendo de antemano que ya nos jodimos, que el juego que estamos jugando nos llevará a perder y aún así apostamos todo, absolutamente todo y, cuando termina, nos restriega en la geta que efectivamente estábamos equivocados al apostar de esa manera...
El apendejamiento... el amor (o lo que es lo mismo, lo que no te mata te hace más fuerte) es un método eficaz para hacer de tu corazón una roca, un músculo que efectivamente llega a no sentir nada, absolutamente nada. Si buscas la manera de ser insensible, enamórate, verás como después de determinado tiempo tu corazón aprenderá a no sentir, a ver pero no llorar, a invocar recuerdos y a desafiar al tiempo con tal de que regrese en sus pasos para estar de nuevo con quienes deseas estar en esos momentos tan crudos... tan vacíos. En mi caso es escuchar y escuchar “La sirena varada” de los Héroes del Silencio. Es sentir de nuevo la presencia de mis camaradas, de mis compañeros de borracheras interminables, de aventuras que me llenaban y me hacían sentir viva. Es sentir cerca al Armando Alanís, a Cuitláhuac y al Gabriel, es buscar en la memoria aquellas desveladas con el Checo González, con el buen Julius, con Ricardo (que en paz descanse) y Leonel, es recordar viejos tiempos, momentos que aún guardo en mi corazón y en mi memoria, como si fueran la pócima regalada por algún druida poderoso... Viajes: Veracruz, Morelia y el intento de arrojar por la ventana la televisión de alguna habitación, aquel correr por sus calles y caerse por traer tanta charanda encima. Correr, correr por la vida que nos fluía por la sangre, por aquella juventud que aseguraba que éramos individuales, libres de hacer lo que quisiéramos porque el mundo era nuestro y le podíamos dar cuantas mordidas se nos antojaran y pensábamos jamás se nos acabaría... Pero heme aquí, que el mundo se me ha terminado porque caí en un estado de apendejamiento del que no he encontrado la salida, del cual no sé cómo escapar, cómo escabullirme; y es cuando extraño a aquella Sonia, la Sonia Machetes como me llamaban, la Sonia a la que no le importaba nada y nada la detenía, para ella no existía situación, circunstancia o momento que la detuviera porque era libre, libre, no vivía en un estado de apendejamiento como el actual. Para ella no existía el corazón y podía hacer y deshacer a su antojo.
Aquí estoy, en un estado de apendejamiento que, como digo, no puedo superar y me descubro egoísta porque no dejo vivir lo que yo ya viví. Me descubro con muchas preguntas y con la necesidad de saber cómo diablos le hizo Julio para soportar tantas locuras y, entonces, de nuevo, acepto que me urge su consejo, saber cómo demonios le hizo para soportarme, cómo le hizo para dejarme ser sin ser egoísta, cómo le hizo para darme libertad... cómo le hizo para callar el dolor que le causaba... cómo le hizo para dejarme ir ¿Así de fuerte sintió este dolor?
En fin, de nuevo escucho “La sirena varada”, de nuevo limpio mis ojos e intento ver qué tanto escribo en mi estado de apendejamiento.
Disculpa lector, esta forma tan atroz de abrirme el pecho y cercenarme el corazón pero ¿existe otra forma de catarsis para quienes escribimos? No lo creo, nuestra única arma es la palabra y a ella me aferro con la esperanza de que pronto logre rescatarme de mis demonios.

sábado, julio 22, 2006

De vueltas, piruetas y momentos tomando cerveza con una rola de Jarabe de Palo: El descubrimiento de mi triste no yo

Una más de Jarabe de Palo por favor... éstas si llegan y durísimo... Particularmente ésta, en estos momentos por los que atraviesa mi vida, una vida repleta de cambios, de ciclos que se abren, se cierran, que convergen con personas, momentos y tiempos distintos que en ocasiones se empalman con el pasado, con los recuerdos que siempre me taladran la cabeza, con los "hubiera" y con los "me lleva la chingada", momentos de prueba, de la búsqueda atroz de la fortaleza, momentos que desembocan en Beckett, Pizarnik, Shopenhauer, Nietzche y Kierkergard, momentos y vueltas, piruetas en el aire en franca lucha contra el tiempo, momentos en los que en ocasiones no me quiero ni levantar, momentos en que la depresión me hace huecos en el corazón, momentos y vueltas en los que me descubro frente al espejo y descubro la mirada de aquella Sonia, la de hace diez años, pero no con la misma fuerza que en ese tiempo, momentos de temores, momentos de furia contenida, momentos en los que mi país se parte, momentos que contemplo desde este gran ventanal que tengo en mi estudio mientras la lluvia cae como todas las tardes en este Distrito Federal, momentos de frío, momentos de abandono, momentos de contradicciones personales, momentos en los que estoy completa pero incompleta como dicen también los de Jarabe, momentos en los que me falta algo pero no sé qué es, momentos en los que escribo y momentos en los que rompo hojas y mando todo a la fregada, momentos en los que busco y no encuentro, momentos en los que me hace mucha falta mi familia, momentos en que se gesta un nuevo sobrino, momentos en que mis hermanos también envejecen, momentos en los que extraño a los camaradas y aquellos viejos tiempos, momentos en los que me imagino en mi habitación antigua, momentos en los que me transformo en hoja pero sin un guión original, momentos en los que me descubro contemplando las tardes detrás del ventanal, momentos en los que camino sin saber hacia dónde, momentos en los que me siento insegura, momentos en los que me siento que soy, momentos en que bajo escaleras, momentos en que subo las mismas trinches escaleras, momentos en que me descubro habitante de este mundo mientras aspiro profundo el aroma a copal, momentos en que me descubro leyendo a Olga Orozco, momentos en que pienso que la mía es una triste película en la que el autor escribió mal el guión... momentos, vueltas y piruetas en el tiempo...momentos, momentos de llorar, momentos de lamentación... momentos en el que el silencio es obligado...momentos, trinches momentos... ¿Saben a qué me refiero? ¿Alguien lo sabe? ¿Alguien lo siente igual que yo?
Va la rola...

De Vuelta y Vuelta
Jarabe de Palo


Hoy el mundo da otra vuelta
pero nadie me ha avisao
hoy el tiempo me ha pillao
con un lío en la cabeza
tirao en la cama
con ganas de nada
hoy el tiempo se ha parao
en la hora que no era.

Hoy el mundo da una vuelta
pero no me ha preguntao
hoy estoy desafinao
hoy estoy de calavera
y el alma partida
la pena encendida
en la acera me he sentao
a esperar la primavera.

Primavera que no llega
Primavera que no llega
Primavera que no llega
Primavera que no llega

Primavera que no llega
Primavera que no llega
Primavera que no llega
Primavera que no llega

Hoy el mundo da otra vuelta
pero no me ha despertao
hoy me levanté tirao
hoy me levanté de vuelta
de capa caída
peleao con la vida
hoy no estoy pa nadie
hoy estoy de vuelta

De vuelta de todo
De vuelta de nada
De vuelta en vuelta
Tan joven y de vuelta

De vuelta de todo
De vuelta de nada
De vuelta en vuelta
Tan joven y de vuelta

Primavera que no llega
Primavera que no llega
Primavera que no llega
Primavera que no llega

Primavera que no llega
Primavera que no llega
Primavera que no llega
Primavera que no llega

martes, mayo 09, 2006

Sin Título

Para Lucía Yepez

Nací bajo el signo de Pedro.
Tres veces cantó el gallo
cuando me lanzaron al abandono,
no hicieron falta ni Judas ni Cristo
y siete veces siete
los clavos en mí se multiplicaron

con ellos pongo a secar el corazón
cuando los gatos despiertan su celo,
este mi corazón,
viejo incansable, habitante del dolor.

¡Arránquenme los ojos
para no ver más el vacío que me taladra!

¡Arránquenme!

Arránquenme este corazón,
las uñas, los cabellos,
mi forma solitaria del paisaje,
destinada estoy a llevar un hueco en mi lado izquierdo,
a través de él los cantos del gallo al despuntar el alba,
justo en la última palpitación
de este alfiletero que me condena

Es el signo de Pedro el que me sostiene.
¿En dónde mi cruz para descansar tanto dolor?
¿En cuál de los ojos de Dios desahogar toda lágrima?
¿En cuál de sus llagas sepultarme y no sufrir más estos clavos?

Tanto, tanto lamento
para tan débil corazón.

miércoles, marzo 15, 2006

Sin título

"La vida es como una cebolla,
mientras más se pela más apesta
y cuando uno termina de pelarla
los ojos se encuentran llenos de lágrimas"
Dicho Polaco

miércoles, enero 18, 2006

Sin Titulo

II

Donata,
ojos de luna
hoja perdida
en el lento fluir del riachuelo,
la lluvia cae sobre ti,
bendita en el abandono.

Donata,
niña madre, muerte niña,
reúne las cuentas de tu rosario
y contigo sepulta los credos
y Avemarías,
desnúdate del canto de los pájaros,
es hora de lanzarte a la tristeza
y entregarte al olvido.