miércoles, septiembre 14, 2011

De Auditorio Nacional a Quevedo

--- ¡Estoy hasta la madre de tanta carencia!
--- No dirás ahora que no te lo advertí. Tú fuiste la que decidió llegar a este departamento, algo me decía que nos iría muy mal...
--- ¡Ay, ya cállate! Pensé que como ésta era nueva, pues...
--- ¿Cómo fuiste a creer eso si la pobre la hace de escritora? y, ésos, la verdad no ganan lo suficiente, ya lo estás viendo. No cabe duda, eres una ilusa.
--- ¡Qué te calles, te digo!
--- ¿No dejó nada en esas cazuelas?
--- Naditita... la muy envidiosa...
--- Todo se lo comió, claro, ya si no.
--- Y todavía nos amenaza... egoísta.
--- Sonó muy molesta...
--- Claro, solamente a ti se te ocurre salir a recibirla.
--- ¡Ay, pues quería ver si traía algo de comer!
--- ¿Y traía algo?
--- Sólo un litro de leche y... creo que un pan...
--- ¡Ay, no! ¡Juro que jamás le haré a la literata!
--- Pero si ni sabes leer...
--- Pero mira, qué necia eres ¡Cállate!
--- Bueno, yo decía...
--- ¿Y ahora qué vamos a hacer?
--- Pues la neta, no sé. Esta quincena también va a estar cabrón comer algo, con eso de que llegó un cuentón de teléfono...
--- Solamente a ella se le ocurre hablar como loca a Monterrey.
--- ¡Cómo eres! Allá está su changuito...
--- ¿Su qué?
--- Su changuito, su novio... su puchus como ella le dice.
--- ¡Aparte de envidiosa, cursi la muy desgraciada!
--- Bueno, bueno, ya ¿qué vamos a hacer? ¿Nos cambiamos de depa?
--- ¿Y darle gusto a esta canija? ¡Ni madres! Aquí nos quedamos...
--- Pero Camelia, nos moriremos de hambre.
--- Ya veremos cómo le hacemos, algo traerá de comer una de estas noches...
--- Hasta crees, ya está acostumbrada a no comer...
--- Ja ja ja
--- ¿De qué te ríes, Camelia?
--- Bueno, si no la hace como escritora, ya la veremos en el metro haciéndola de faquir...
--- ¡Cómo eres! Si se ve que es buena gente...
--- ¡Es una envidiosa! Mira que no compartir el sustento... no tiene perdón de Dios...
--- Mira Camelia, la vecina del tres es cantante y le va mejor, vámonos para allá, aquí nos moriremos...
--- ¿Escuchaste eso?
--- ¿Qué?
--- ¡Shit!, escucha...
--- Ay, no.
--- ¡En la madre, es ella! ¡Corre, corre!
--- Pero Camelia, no me has respondido...
--- Pinche Adela, córrele que ahora sí nos mata.
--- ¡Te digo que nos cambiemos al tres! Aquí si no morimos de hambre, morirémos aplastadas o asfixiadas...
--- ¿Asfixiadas?
--- Sí, por lo del “flit”...
--- Ja ja ja, si esta pobre no tiene para comer, menos tendrá para comprar flit... Anda, deja de hablar y corre, ya la veo en la sala...
--- Ya prendió la luz, ¿ves algo de comer?
--- ¡Ni madres, Adela! Ahora ni el litro de leche...
--- ¡Corre, corre! Ya nos vio...
--- ¿Por dónde nos vamos?
--- Por la estufa, Camelia, por la estufa. Ya ves que cada que nos metemos por ahí, sólo se queda amenazando y con el periódico en la mano...
--- ¡Pues córrele!
--- ¿Nos cambiaremos al tres?
--- ¡Y dale! Ya veremos mañana, subiré a echar un vistazo...
--- Ojalá te decidas pronto, porque si no, me iré yo sola...
--- ¡Ay, ya cállate! ¡Estoy hasta la madre de ti y de tanta carencia!

*** Del libro Cuentos del vagón de próxima publicación.