Ábreme tierra la entraña de la noche,
muéstrame sus dientes de loba
y extrae de ellos el ombligo de Dios Padre,
trepa cauta sus pupilas
y permite a la memoria de los hombres
danzar de puntas sobre el comal
de tus múltiples apariencias.
Ábreme tierra por dentro
y libera el canto del mar
y el murmullo de la pradera,
deja escapar, te pido,
a los viejos por las columnas del recuerdo,
abre a ellos tus paredes color sepia
y permite se fundan en tu esencia
sin que habiten el vacío.
Ábreme tiempo la memoria
y arráncame este miedo.
Habítame de palabras
de altares sin veladoras
de silbidos de tren al caer la tarde.
Ábreme, tierra, ábreme,
bebe de mí la sangre de las horas
el espacio del minuto
y la eterna resurrección de los segundos.
Ténsame, tiempo y ábreme,
déjame salir de esta fotografía
para que mi ciudad envejezca.
De Tanta Memoria, Fondo Editorial Tierra Adentro (CONACULTA), No. 245.
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