Un gran trozo de carne, miradas ausentes y rostros distantes, diversos aromas y terribles humores. Todos los ruidos y todos los silencios en medio del Periférico. Lágrimas entre vagones y esperas interminables, una pareja que discute sobre Avenida Universidad, un hombre que deambula por Insurgentes arrojando su hedor enrareciendo el aire light de la zona.
La ciudad es una mujer de largos
cabellos motorizados, una puta que paciente espera a que alguno se despida de
ella entre los vagones de un metro que vomita carne todos los días; y en cada
vagón se marcha algo de quienes desesperados le esperan, seres malditos por el
tiempo que escurren por las manecillas de un reloj que nunca se detiene.
Decapitados, suicidas, locos e
indigentes, mujeres en busca de una migaja de amor, secuestradores que planean
el siguiente golpe; políticos y su eterno bla bla bla, el narcotráfico que
crece y el pan en la mesa de los pobres que escasea. Las telenovelas y su
eterno cuento de la sirvienta que se casa con el dueño rico de la mansión y las
chachas del Pedregal soñando que algún día, algún día (sopas), que algún día se
verán como Bárbara Mori o como Thalía y el resto tan sólo tan solo que busca a
alguien en internet para matar el rato, para cibersexo, para mostrarse desnudo,
para sentirse cerca aun estando lejos.
La gente sueña pensando que el
sueño algún día dejará de ser sueño para transformarse en una realidad que ya
no es realidad en estos días, más bien es una especie de burla, una especie de
farsa que obliga a todo mundo a representarla, una realidad que tal vez es un
mal sueño y de ese mal sueño nadie, absolutamente nadie despertará, porque este mal sueño es toda una realidad y esta realidad es un
mal sueño, aunque alguien diga por ahí que la vida es sueño. ¿Será acaso que
esto es un sueño y pensamos que es la realidad y vivimos esta realidad buscando
alcanzar algún sueño?
Alguien me dijo hace poco que
esta vida ya la había yo vivido antes y que estaba de vuelta porque tenía que
evitar los errores que había cometido en mi otra vida, o sea que esta vida y
mis vidas anteriores han sido todo un pinche fiasco y me niego rotundamente a
pensar, aceptar y/o considerar siquiera que no he dejado de ser una pendeja y
que en todas mis vidas he sido la misma idiota que comete los mismos pinches
errores y entonces me pregunto cuántas vidas me faltan para dejar de ser una imbécil.
Esta es mi realidad, una realidad
en la que de nuevo busco el sueño porque el insomnio de nuevo es el pan nuestro
de cada día, una vida que transcurre en una ciudad como tantas en el mundo,
repleta de gente pobre que cada día aumenta en número y que los políticos
buscan la manera de exterminar. Esta vida ya no es una vida normal, es una vida light, una vida para uno
cuantos, para ésos que pueden pagar, pagar, pagar y el resto, así de jodidos
que estamos, pues no encajamos en la forma light que tiene esta vida hecha para niños light, ésos que se pueden tomar
la vida más a la ligera, que viajan en camionetas chingonas y no les falta el
pan, ésos que escuchan reguetón y ven las relaciones en pareja como la
oportunidad de coger, coger, coger, hasta el cansancio y utilizan todo tipo de
pomaditas y pastillas para durar y durar más, porque para ellos esta vida light que se les regala es eso, sólo una
cogida más que se debe disfrutar pues para eso están los condones, ¿qué no?,
para eso está el aborto legalizado, para eso está la libertad que ya no es
libertad sino un libertinaje light que se debe aprovechar al máximo.
Libertad, coger, aborto,
narcotráfico, decapitados; muertos por aquí, muertos por allá, secuestros;
personas que de pronto desaparecen del mapa, frialdad, frialdad,
insensibilidad, frialdad, insensibilidad, pobres, más pobres, un chingo de
pobres; la gasolina que sube, sube, sube y el huevo hasta los huevos, la
tortilla, el pan… el PAN… Santa Madre de Dios… ¿Dios? ¿Quién es ese señor?
Dios, Dios, Dios… Si vieras cuánta gente muere de hambre, cuánta miseria hay en
el mundo, cuántos niños sufren, ¿seguirías siendo Dios? Mientras los pobres
buscan resignación y fortaleza en las iglesias, no sólo de los domingos a las
doce, los santos sólo les observan silentes desde los nichos llenos de
veladoras y de incienso porque ojos tienen pero no ven, oídos tienen pero no
oyen, boca tienen pero no hablan… y si hablaran, ¿qué sería lo primero que
dirían?
Esta es la ciudad en donde vivo,
con su tráfico sobre Avenida San Antonio que mienta madres porque no se avanza,
con el metrobús hasta la madre transportando a toda esa gente que regresa del
trabajo con las ganas quebradas y con la soledad a cuestas, con el metro lleno
de personas que se arriman los sexos buscando sentir, sentir, porque eso,
señores, hace mucho, mucho tiempo que dejamos de hacerlo. ®
2 comentarios:
muy buenas criticas, amiga te saludo desde el bello puerto de tecolutla, veracruz-mexico.
es la puritita verdad
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