¿Qué es esto
que en dos la cabeza me parte?
Tornasol al final de cada pensamiento,
tornasol y una línea delgada
que funde al rojo con el negro.
¿Qué es esto
que en mi cabeza se desnuda?
Pasos vacilantes,
aturdimiento, vacío,
y es que sólo estar dormido
me sana,
lejos del mundo
en mi lecho de muerte prematura,
lejos de mí
a punto de abordar la Neus des Fous,
añorando el suave transcurrir de los ríos,
porque hijo soy del caos
y la desventura,
hijo de nadie,
huérfano lanzado a los brazos de la locura,
pequeña amante y compañera de cama
¡Maldita!
pueden comenzar los días
y yo abrazado a ella,
puede el sol calentar las carnes del resto
y mi sudor en su baba se transforma,
siempre tibia,
y las noches
¡Oh, las noches!
putas incanzables con sus horas eternas,
alcahuetas de su existencia.
Imagen viva de la falta de voluntad
Soy,
Soy, Yo, Soy, ¿soy?
Nada,
y en mi palma izquierda las tardes
se ocultan,
es mi pecho cristal a punto
de reventar,
en mis ojos anida el tiempo
sin esperanza de dar vida,
un espantapájaros más
en la línea perfecta del horizonte,
¿qué es el horizonte
si no el momento en que Dios Padre
señala tranquilo el paso de los días?
Dios Padre,
Dios Hijo,
Dios Espíritu Santo
y mi blasfemia por sus cuatro costados,
Yo y esta boca mía
con sus palabras llenas de desierto,
Yo y este cruzarme el cuerpo
hasta descubrirme duna,
Yo, duna, Dios… desierto,
Yo y los días que corren y corren
y Yo detrás de ellos sin alcanzarlos,
Yo y el espacio vacío
lleno de puntos suspensivos,
Yo y el grito de mi madre
que se pierde cerca de un río,
Yo y el grito de mi madre
que me lanza al abandono
y me crucifica en su olvido,
Yo en busca de algo, algo, algo,
y el cuerpo de la locura y su peso,
y mi Yo niño arriba de un árbol
y encima de un perro,
y a los cinco años en un vagón de metro
y a los ocho con la figura de un padre inesperado,
indeseado, inacabado, in side
cuando deseaba que fuera out side,
Yo aferrado a esa línea perfecta del horizonteque se esfuma
con el paso de las horas,
Yo, Yo, Yo
¿Yo?
No existe Yo cuando la letanía
rompe el corazón
y los trozos se clavan en la piel de los santos,
¡Nada de mártires en este poema,
lo suplico!
¡Nada de corazones, ni de rezos,
ni de letanías, ni de santos!
de nada sirven los rezos
cuando uno se encuentra a punto
de la locura,
de nada sirve el crucifijo
ni el Padre Nuestro ni el Ave María,
de nada sirve reclamar a mi madre
su abandono
ni a mi padre su escarnio,
de nada el aire que infla mis pulmones
de nada el sol que entra por la ventana
de nada la vida de mis hijos
y la vida que continúa allá afuera,
de nada… nada…
la Nada, hermana bendita de la maldita locura,
en ellas mi vida se parte
y a ellas mi vida se consagra.
¿Qué es esto
que en dos la cabeza me parte?
Ha llegado la hora de abordar
la Neus des Fous,
la quietud de su río me llama.
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