domingo, julio 21, 2013

La poesía: sus batallas ante el ojo humano (Primera entrega)

La poesía. Sí, poesía. Dentro de los géneros literarios, la poesía es la más desairada, la más relegada… es prima hermana de la cultura y ambas son vistas como algo no fundamental ni necesario en el hombre contemporáneo.
¿Quién lee poesía? Los niños que cursan la primaria ven los versos con espanto: poesía, ¡ay, no!, como si se tratara de brócoli o de sopa de fideos que a la gran mayoría no gustan y, lo peor, los editores ya no publican poesía “porque no vende”, porque los poetas no generan grandes ganancias a sus negocios, porque las novelas son las que tienen mayores posibilidades de vender, vender, vender; además, el trabajo de un poeta no es importante –piensan- qué de bueno se puede obtener si se publica poesía; además la gente a penas duras lee una novela.
Hablar de sensibilización también es un tema que no interesa ya a muchas personas, incluso se ha llegado a confundir los significados de sensibilización y debilidad: en la actualidad el hombre considera que ser sensible significa ser débil y, en este sentido, promover y escribir poesía difunde como meta principal el logro de la sensibilización, objetivo ya no tan primordial en el hacer cotidiano de una sociedad en la que los valores cada vez se ven más escasos. El término o concepto de sensibilización ha pasado a ser mera palabrería en los discursos de funcionarios que simulan interés por lograr una sociedad sensible ante las diversas problemáticas a las que se enfrentan.
            Pero no le demos más vueltas al asunto ni le busquemos más ruido al chicharrón. Se estará usted preguntando, señor lector, para qué sirve la poesía; qué beneficios trae leer versos y versos y completará inquiriendo: ¿Tiene alguna función la poesía? ¿Cuál es el fin o propósito de la poesía?
            Afirma Eduardo Nicol que la poesía es libertad sin responsabilidad, es la única forma del verbo –añade- que goza de este privilegio. “Por ser gratuita, es decir, superiormente libre, la poesía es innecesaria: nada externo determina su aparición y su continuidad… El hombre vivió y puede vivir sin poesía”, explica el maestro Nicol. Y es que el hombre está acostumbrado a cuestionar el origen de todo y, no conforme con cuestionar, para él es necesario palpar, sentir, ver; especialmente todo aquello que no posee apariencia física. En este sentido, Renato Prada Oropeza (para hablar de esto aplicado a la literatura y la sociedad)  toma como referencia los Manuscritos de 1844, de Marx, en donde el filósofo afirma que el ojo se ha convertido en ojo humano cuando su objeto se ha convertido en objeto social, humano, creado por el hombre y destinado al hombre.
            “Es evidente que el ojo humano aprecia las cosas de una manera diferente que el ojo vulgar, no humano… Como hemos visto, es sólo cuando el objeto se convierte en objeto humano o humanidad objetiva, cuando el hombre no se pierde en él. Esto es sólo posible cuando el objeto se convierte en objeto social y cuando él mismo se convierte en ser social y la sociedad se convierte en ser, para él en este objeto”.
            Y es que a partir de la afirmación de Marx podemos pensar que la poesía (como objeto social), encaminada hacia la sensibilidad humana y el carácter humano de los sentidos, puede existir a través de la naturaleza humanizada pero, ¿puede ese ser humano sensibilizarse? ¿Puede su naturaleza abandonar el avanzado grado de crueldad en el que se ha visto involucrado en los últimos tiempos? ¿Es la poesía necesaria para esta tarea? En la vida humana –afirma Eduardo Nicol- lo que no tiene un para qué no tiene sentido. Nos negamos a admitir que la poesía carezca de una razón de ser: que sea literalmente injustificable.
            Alcanzamos la poesía cuando la gozamos, afirma el maestro Nicol; es entonces cuando la luz del entendimiento nos atrapa y nos conduce al goce estético, a la perplejidad. La fuente primordial de la poesía es el amor: “lo que tiene gracia es lo que se da por amor”. La suficiencia de la poesía consiste en que el acto de dar constituye su propio fin, añade Nicol. El amor es la razón suficiente del ser de la poesía.
            “Necesitamos la verdad de la poesía. Necesitamos la verdad de toda cosa. Así como el poeta descubre, o mejor dicho inventa, la palabra bella, el filósofo inventa la palabra verdadera... El poder de la poesía se halla en su historia, la poesía no se repite nunca”.
            Si tomamos en cuenta que el amor alimenta a la poesía y que ella además necesita de la verdad y de la palabra para vivir, podremos concluir que la poesía es educar. El poeta no imita la realidad, la transforma; y a ese afán por transformar acudimos para que la sensibilización no corra riesgo de desaparecer en este mundo cada vez más cruel y apático.
Significa la poesía el poder de la palabra, el poder de la transformación, el poder del amor para sensibilizar… para salvar… los versos salvan del caos, y todavía algunos editores afirman que no publican poesía porque no se lee. Considero que más bien es urgente preparar y crear lectores de poesía; no cuestionar, no obstaculizar el nacimiento de nuevos poemarios o la llegada de nuevos poetas; más bien crear programas que fomenten el gusto por el verso. (Continuará)
A estas alturas del partido considero que ya tenemos la respuesta para aquellas dos preguntas que nos hicimos al inicio de este texto: ¿Tiene alguna función la poesía? ¿Cuál es el fin o propósito de la poesía?
Usted tiene la respuesta.