miércoles, enero 16, 2013

Zona light



Un gran trozo de carne, miradas ausentes y rostros distantes, diversos aromas y terribles humores. Todos los ruidos y todos los silencios en medio del Periférico. Lágrimas entre vagones y esperas interminables, una pareja que discute sobre Avenida Universidad, un hombre que deambula por Insurgentes arrojando su hedor enrareciendo el aire light de la zona.

La ciudad es una mujer de largos cabellos motorizados, una puta que paciente espera a que alguno se despida de ella entre los vagones de un metro que vomita carne todos los días; y en cada vagón se marcha algo de quienes desesperados le esperan, seres malditos por el tiempo que escurren por las manecillas de un reloj que nunca se detiene.


Decapitados, suicidas, locos e indigentes, mujeres en busca de una migaja de amor, secuestradores que planean el siguiente golpe; políticos y su eterno bla bla bla, el narcotráfico que crece y el pan en la mesa de los pobres que escasea. Las telenovelas y su eterno cuento de la sirvienta que se casa con el dueño rico de la mansión y las chachas del Pedregal soñando que algún día, algún día (sopas), que algún día se verán como Bárbara Mori o como Thalía y el resto tan sólo tan solo que busca a alguien en internet para matar el rato, para cibersexo, para mostrarse desnudo, para sentirse cerca aun estando lejos.


La gente sueña pensando que el sueño algún día dejará de ser sueño para transformarse en una realidad que ya no es realidad en estos días, más bien es una especie de burla, una especie de farsa que obliga a todo mundo a representarla, una realidad que tal vez es un mal sueño y de ese mal sueño nadie, absolutamente nadie despertará, porque este mal sueño es toda una realidad y esta realidad es un mal sueño, aunque alguien diga por ahí que la vida es sueño. ¿Será acaso que esto es un sueño y pensamos que es la realidad y vivimos esta realidad buscando alcanzar algún sueño?


Alguien me dijo hace poco que esta vida ya la había yo vivido antes y que estaba de vuelta porque tenía que evitar los errores que había cometido en mi otra vida, o sea que esta vida y mis vidas anteriores han sido todo un pinche fiasco y me niego rotundamente a pensar, aceptar y/o considerar siquiera que no he dejado de ser una pendeja y que en todas mis vidas he sido la misma idiota que comete los mismos pinches errores y entonces me pregunto cuántas vidas me faltan para dejar de ser una imbécil.


Esta es mi realidad, una realidad en la que de nuevo busco el sueño porque el insomnio de nuevo es el pan nuestro de cada día, una vida que transcurre en una ciudad como tantas en el mundo, repleta de gente pobre que cada día aumenta en número y que los políticos buscan la manera de exterminar. Esta vida ya no es una vida normal, es una vida light, una vida para uno cuantos, para ésos que pueden pagar, pagar, pagar y el resto, así de jodidos que estamos, pues no encajamos en la forma light que tiene esta vida hecha para niños light, ésos que se pueden tomar la vida más a la ligera, que viajan en camionetas chingonas y no les falta el pan, ésos que escuchan reguetón y ven las relaciones en pareja como la oportunidad de coger, coger, coger, hasta el cansancio y utilizan todo tipo de pomaditas y pastillas para durar y durar más, porque para ellos esta vida light que se les regala es eso, sólo una cogida más que se debe disfrutar pues para eso están los condones, ¿qué no?, para eso está el aborto legalizado, para eso está la libertad que ya no es libertad sino un libertinaje light que se debe aprovechar al máximo.


Libertad, coger, aborto, narcotráfico, decapitados; muertos por aquí, muertos por allá, secuestros; personas que de pronto desaparecen del mapa, frialdad, frialdad, insensibilidad, frialdad, insensibilidad, pobres, más pobres, un chingo de pobres; la gasolina que sube, sube, sube y el huevo hasta los huevos, la tortilla, el pan… el PAN… Santa Madre de Dios… ¿Dios? ¿Quién es ese señor? Dios, Dios, Dios… Si vieras cuánta gente muere de hambre, cuánta miseria hay en el mundo, cuántos niños sufren, ¿seguirías siendo Dios? Mientras los pobres buscan resignación y fortaleza en las iglesias, no sólo de los domingos a las doce, los santos sólo les observan silentes desde los nichos llenos de veladoras y de incienso porque ojos tienen pero no ven, oídos tienen pero no oyen, boca tienen pero no hablan… y si hablaran, ¿qué sería lo primero que dirían?


Esta es la ciudad en donde vivo, con su tráfico sobre Avenida San Antonio que mienta madres porque no se avanza, con el metrobús hasta la madre transportando a toda esa gente que regresa del trabajo con las ganas quebradas y con la soledad a cuestas, con el metro lleno de personas que se arriman los sexos buscando sentir, sentir, porque eso, señores, hace mucho, mucho tiempo que dejamos de hacerlo.  ®

jueves, enero 10, 2013

Del amor al materialismo: en la orilla del desencanto (Segunda entrega)



“… Las diferencias no son muchas entre palabras que a veces son de colores, y los colores que no consiguen resistir al deseo de querer ser palabras. Así pasa mi tiempo, con el tiempo de los otros y el tiempo que a los otros inventó… ¿Qué es el tiempo para quien en este exacto momento muere, sin haber sabido, por el saber del entendimiento, dónde nació?
José Saramago

Dolor, tiempo… ¿En qué preciso momento nos damos cuenta de que llevamos, desde que abrimos los ojos al tiempo, el dolor al pecho como azagaya de por vida? ¿Tiene el tiempo dolor? O mejor aún, ¿cuánto tiempo necesita el dolor para devorarnos, para desmembrarnos?
“Somos tan sólo sueño de tinta”, pero quién nos sueña, quién, de manera cruel y abierta se atreve a tatuarnos el dolor según el paso de los minutos; quién nos condena a la hora perpetuamente cíclica.
Entre la tinta y el acrílico –e incluso, en la fotografía- se encuentra la pócima secreta. El paso del pincel en el lienzo o de la pluma y/o la imagen en el papel es fiel registro del dolor de ver transcurrir los días de mano de la poesía. Poesía y pintura son, como diría Octavio Paz, hermanas inseparables, no podemos concebirlas una sin la otra pues “la luz y el verbo se hacen poro, // el poro se hace aguja, // camina el agua puros camposantos”.  Y a partir de esta luz y ese verbo es que el hombre busca entender el porqué del caos, de la confusión y del dolor que a todos nos revienta por la mañana cuando de nuevo abrimos los ojos a la rutina, a la soledad, al abandono.
Lamentable aceptar de antemano que la vida no es sino el lobby del gran cementerio que a todos nos aguarda al final. Vivimos… vivir… Qué sentido tiene cuando descubrimos que somos la repetición de los actos que se reflejan en un espejo de sombras, que somos el sueño de algún otro y que huimos por un laberinto del que nos es imposible escapar; un laberinto interior, personal, que nos dificulta ocultar detrás de una sonrisa la fatiga de cargar con ese dolor que cotidiano nos roba hasta la voluntad.
“El mundo es un dibujo sobre el agua”. Nuestro mundo colorea su confusión con la nulidad del color. No somos sino una mancha negra, cada quien, cada uno, intentando dispersar lo más que se pueda la angustia de la vida. “Exprimimos el tiempo como otros exprimen un lai-chi sobre la piel sonámbula del labio. Y arrojan la semilla para que crezca tras de sí un árbol de relojes y alfabetos”, porque además de mancha, número y palabra llenan nuestro mundo.
Soledad y confusión. Buscamos aferrarnos a algo e ignorar nuestra debilidad, desconocer que vivimos en abandono. Richard Tarnas, en su libro Cosmos y Psique: indicios para una nueva visión del mundo, comenta que la historia humana y la evolución de la conciencia humana son un relato predominantemente problemático, e incluso trágico, de la gradual pero radical caída y separación de la humanidad respecto de un estado original de unidad con la naturaleza y una integradora dimensión espiritual del ser.
De esta manera, y bajo estas circunstancias, es evidente que el Hombre vive un empobrecimiento progresivo de su vida y de su espíritu, y atraviesa por una lamentable fragmentación que le orilla inevitablemente a la decepción existencial… al desencanto.
Llegados a este punto la pregunta obligada es: ¿Habrá, en un futuro inmediato, alguna posibilidad de reconciliación entre el Ser y el Mundo que habita? ¿Cuál es el estatus de la permanencia del Hombre en un mundo en el que, incluso, ha violentado las leyes de la naturaleza?
En su condición primordial – añade Tarnas – la humanidad había poseído un conocimiento instintivo de la profunda unidad e interconexión sagrada del mundo, pero bajo la influencia de la mentalidad occidental, sobre todo en su expresión moderna, el curso de la historia produjo una profunda escisión entre la humanidad y la naturaleza, así como una desacralización del mundo.
“Este desarrollo coincidió con una creciente explotación destructiva de la naturaleza, la devastación de las culturas tradicionales indígenas, la pérdida de fe en las realidades espirituales y un estado cada vez más desdichado del alma humana que se siente cada vez más aislada, superficial e irrealizada”, añade Tarnas.
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